lunes, 8 de julio de 2013

Venecia, un sueño medieval


Venecia es uno de los lugares más turisticos del mundo. Un auténtico lugar común para el viajero, un tópico. Antes de visitarla, la cantidad de imágenes vistas en películas, reportajes, documentales y mil sitios pesan demasiado en el recuerdo. No es fácil aproximarse a la Serenísima, sería necesario olvidar todo lo visto y oído para descubrirla de nuevo, pero eso es imposible. La ciudad de Casanova y Marco Polo impone su fama y su presencia mucho antes de que uno la pise por primera vez. Su imagen nos domina y nos intimida un poco, nos puede.

La ciudad es un laberinto de tierra y agua, una red inextricable de calles, pasarelas, puentes y canales, en la que no resulta nada fácil orientarse, especialmente si uno se sale del camino trillado por miles de turistas: la vía que lleva desde el puente del Rialto hasta la Plaza de San Marcos. 


Es fácil que el viajero se pierda en ese caso, pero como recompensa puede encontrar canales encantadores, rincones llenos de magia, sitios en los que uno se encuentra de pronto solo. Como la Calle amor dei amici, uno de los rincones preferidos de Hugo Pratt.


O las fascinantes plazas medievales, los llamados campos, espaciosas, algunas arboladas, que parecen querer conservar la atmósfera de hace siglos.


Se puede uno encontrar también con la que pasa por ser la iglesia más bella de todo Venecia, con permiso de la Catedral de San Marcos, claro, la iglesia de Santa María dei Miracoli. Está situada al borde un pequeño canal, no es muy grande, está hecha de mármol y serpentina. Una pequeña joya renacentista de una sola nave.

Para descubrir la Venecia desconocida, apartada de las típicas rutas turísticas, nada mejor que seguir los consejos de la Venecia secreta de Corto Maltés, una maravillosa guía de la ciudad de los canales.

La ciudad está llena de lugares llenos de encanto, de vistas sorprendentes. La Serenísima ofrece lugares inolvidables por doquier: relajantes canales, figuras en piedra sorprendentes, estatuas improbables. Aquíi tenéis una pequeña muestra:
 

Aqui se puede ver la decoración tradicional de las góndolas venecianas, todavía de color negro como señal de luto por la epidemia de peste, y con el remate de proa que, después de algunas variaciones, se estabilizó en el siglo XVIII. La profesión de gondolero pasa de padres a hijos y al haber un número fijo de licencias, el hijo solo puede empezar a trabajar cuando su padre se retira de la profesión.


El encanto de Venecia tiene siempre algo de melancólico. Los palacios están llenos de humedad y carcomidos por el salitre; muchos lugares necesitan una mano de yeso y otra de pintura. Las paredes desconchadas dejan ver los ladrillos , hay desconchones, humedad...


El barrio judío, un lugar que vale la pena visitar. Hay sinagogas fascinantes,antiquísimas y un dédalo de callejuelas. La siniestra palabra ghetto se acuñó aquí, en la ciudad de los canales, cuando en 1516 se confinó a todos los judíos en una pequeña isla, aislada por dos puentes, en la que había una fundición (ghetto) de hierro y no se les dejaba salir por la noches.


Una figura en piedra, que parece un dragón devorando la cabeza de un hombre que sostiene entre las garras. Una representación con un punto espeluznante y, desde luego, poco habitual.


Uno de los dos leones en piedra que se pueden ver en la Plaza de San Marcos, a los pies del edificio del reloj. Desgastado y deformado por siglos de salitre y erosión, tiene un aspecto muy particular, lleno de personalidad. Es todo un carácter, pero aún así deja que los niños se suban en él para jugar.

La ciudad está llena de iglesias descomunales, que sorprenden por su tamaño. Todas merecen una visita, por breve que sea. En una de ellas, la impresionante Iglesia de los Santos Jeremías y Lucía, me topé con el cuerpo incorrupto de Santa Lucía (283-304), mártir siciliana, que lleva una máscara de plata, toda una experiencia.

También causa cierta impresión ver la cabeza del verdugo, ahora situado en una casa relativamente moderna del barrio de Cannaregio, pero que en el siglo XV se encontraba en la casa del verdugo como buzón para que las autoridades le notificasen a quién tenía que ejecutar y cuándo.


Para probar las especialidades venecianas, nada como un restaurante tradicional, como la Antica Adelaide (Calle Priuli), abierto desde el siglo XVIII, donde pude probar unos deliciosos espaguetis picantes con mejillones.


Por otro lado, la laguna de Venecia tiene otros encantos que vale la pena conocer. Hay una estupenda excursión en barco, muy recomendable, que puede hacerse en un solo día y dura unas cinco horas, que permite visitar las islas de Murano, Burano y Torcello.


Murano es famosa por los trabajos en vidrio, una artesanía tradicional de más de 1 000 años de antigüedad en la que, la verdad, no hay término medio. Produce o bien piezas horrorosas y estrambóticas, como cuadrigas transparentes de color rosa o delfines gigantes azulados, o piezas bellísimas de colores equilibrados y a la vez atrevidos.


Burano, en cambio, ofrece sus bordados, pero lo que llama la atención es el paisaje urbano de sus casitas coloreadas en tonos vivos. El color de cada casa es tradicional y se ha mantenido durante generaciones. Es fácil pasear por sus calles, olvidarse de todo y perder el barco.


En Torcello, una isla despoblada por la malaria, hay dos cosas que valen mucho la pena. El Trono de Atila, un antiguo asiento de piedra bajo un árbol centenario, probablemente usado por el señor feudal de la isla para impartir justicia al aire libre, pero que deja la duda de si realmente fué usado por el Rey de los Hunos cuando estuvo por allí en el año 452.


Y el enorme mosaico bizantino del siglo XII que cubre la pared occidental de la Catedral de la Asunción; representa el Juicio Final y es una auténtica maravilla. Impresiona por su tamaño, por la cantidad de detalles y la finura de ejecución. Uno de los mosaicos más bellos que pueden verse.


Venecia es una joya medieval, un fósil arquitectónico, irreal y onírico, del que cuesta apoderarse mentalmente. Es una ciudad que se resiste a la mente humana porque no parece de este mundo. Yo estuve hace tiempo una vez, durante una semana entera, y no lo conseguí. Hace poco he vuelto, tratándo de conocer los lugares menos visitados, y sólo ahora lo he logrado. La he conquistado con la memoria, la he hecho un poco mía y ya puedo disfrutar de mis recuerdos. Por fin puedo decirlo, Venecia es maravillosa, Venecia me gusta. Venecia.


Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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