jueves, 13 de agosto de 2015

Ponferrada, entrada fortificada de Galicia

Entrada al Castillo templario de Ponferrada

Ponferrada es una ciudad de unos 60 000 habitantes, capital del Bierzo, esa comarca leonesa de transición entre la Comunidad de Castilla y León y la de Galicia, antigua provincia independiente atravesada por el río Sil, minera y rural, de vinos y productos de la tierra.

En el año 1082, el obispo Osmundo de Astorga ordenó la construcción de un puente que permitiese cruzar cómodamente el Sil a los peregrinos que iban a Santiago de Compostela. El puente fué reforzado con hierro y de ahí le viene el nombre a la población, Ponte Ferrata. En el siglo XII se construyó el primer castillo templario para proteger a los peregrinos, un castillo que tras sucesivas reformas se ha convertido en una fortaleza colosal, enorme, imponente, que da gusto visitar y pasear. Tan grande es que en su interior hubo en cierta época un campo reglamentario de fútbol (¡qué barbaridad!).

La ciudad de Ponferrada desde el castillo, al fondo el monte

Pero la ciudad tiene otros edificios singulares además del castillo, como la Iglesia de San Andrés, del siglo XVII:


O la Basílica de la Encina, con su airosa torre renacentista, así llamada porque dice la leyenda que un caballero templario encontró una imagen de la Virgen en una encina, probablemente dejada allí frente al avance imparable de los musulmanes. 

Torre de la Basílica de la Virgen de la Encina (S. XVII)

Y desde luego, la bella Torre del Reloj de estilo renacentista (siglo XVI), construida en tiempos de Carlos I sobre una de las puertas de la ciudad.

Torre del reloj

Ponferrada es una pequeña ciudad muy agradable, cercana y rural, llena de gente amable que trata especialmente bien al viajero, abierta a los montes que la rodean y amenizada por la confluencia de los ríos Sil y Boeza.

Los ponferradinos están deseando que les preguntes para poder ayudarte


 Y no son nada vergonzosos, cuando algo les llama la atención, lo miran

Hay dos excursiones muy buenas que se pueden (y se deben hacer) desde Ponferrada. La primera consiste en visitar Las Médulas, una antigua mina de oro explotada por los romanos durante 200 años, entre los siglos I y III, en un alarde de ingeniería. El método se basaba en recolectar agua de varios ríos, algunos de la cuenca del Duero, mediante canales de hasta 120 km de longitud y una pendiente del 4 %, para rellenar varias presas artificiales próximas al yacimiento. Luego excavaban varías galerías horizontales en la montaña y dejaban que el agua empapase y reblandeciese su parte inferior. Cuando soltaban una gran volumen de agua de golpe, la parte inferior del monte se venía abajo y la montaña se derrumbaba. Es lo que Plinio llamó ruina monti.

Pináculos de tierra roja en Las Médulas

Así quitaban los estratos pobres en oro, de unos cien metros de espesor y llegaban a la parte más rica, que disolvían con un flujo de agua menos violento y luego filtraban a mano en bateas. El resultado final es un paisaje extrañísimo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en donde solo algunos pináculos recuerdan el antiguo nivel de la montaña.

La encantada, un lugar en el que se puede ver la entrada a una galería y muy cerca, un respiradero vertical.


Las Médulas, un paisaje cultural e histórico único

La otra excursión consiste en visitar el Valle del Silencio, llamado así porque San Genadio se retiró en el siglo X a una cueva situada en él para meditar y hacer vida de eremita. Es un lugar muy tranquilo, una reserva de la biosfera con una variedad de fauna y flora muy notable, en la que se encuentran pueblos tan bonitos como éste:
      
Calle Calleja a orillas del Río Oza

La carretera es diabólica, muy estrecha, llena de curvas sin visibilidad y lo bastante larga como para que el viaje se haga eterno. Son 20 km en los que más de una vez se encuentra uno con un coche de frente y uno de los dos tiene que dar marcha atrás para buscar un sitio en el que quepan los dos automóviles. Un vieja difícil, pero el esfuerzo vale la pena. Al final se llega al pueblo de Peñalba, uno de los más bonitos de España, lleno de casas de piedra con tejado de pizarra y balcones de madera. 
  

Allí se puede probar una cerveza de castaña que no está nada mal. Está hecha mezclando al 40 % pulpa de castaña y lúpulo, es oscura y con un curioso sabor ligeramente amargo. El pueblo toma el nombre de la Peña Alba (1573 m), un pico calizo de color blanco dorado que domina el pueblo. 

Al fondo el pico de Peña Alba

La joya de esta aldea es la iglesia de mozárabe de Santiago de Peñalba, del siglo X, un templo cristiano con arcos árabes de espléndida factura. 
   
 
(Foto CC-BY-SA Lourdes Cardenal)

Entrada a la iglesia mozárabe de Santiago de Peñalba, desde fuera y desde dentro


En fin, Ponferrada es un pueblo muy agradable, con buenos restaurantes, gente abierta y habladora, que vale la pena visitar y varias excursiones obligadas. Un buen sitio para retirarse a descansar unos días.

Castillo de Ponferrada

Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

lunes, 3 de agosto de 2015

Quito, alta y colonial


Quito, oficiamente San Francisco de Quito, es una de las primeras ciudades en ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, capital de Ecuador y la segunda ciudad más poblada del país, después de Guayaquil, con 1.600.000 habitantes. Está situada en una valle angosto y alargado, encajado entre montañas y volcanes como el Pichincha y el impresionante Cotopaxi, que domina la zona con sus 5.897 metros de altura y su magnífica cumbre permanentemente nevada.
   
La ciudad de Quito y al fondo, el volcán Cotopaxi, el más bonito

Y es que Ecuador es un país dividido en el centro por una seción de los Andes cuajada de volcanes, entre los que destacan sobre todo dos, el bello Cotopaxi, ya mencionado y el Chimborazo, el más alto de todos con sus 6.268 m. Durante algún tiempo fué considerado el pico más alto de la Tierra, no en vano es el punto más alejado del centro del planeta y la cumbre más cercana al Sol, debido a la forma achatada por los polos del mundo, que hace que el radio ecuatorial sea unos 21 km mayor que el radio polar.


El Chimborazo (6.268 m), el más alto

La capital de Ecuador es una ciudad alta, muy alta; está a uno 2.800 m sobre el nivel del mar y está situada casi en la cintura del mundo, más o menos a unos 13' al sur de la línea del Ecuador, es decir a tan sólo unos 24 km. Eso hace que los rayos del Sol caigan prácticamente perpendiculares al suelo después de atravesar un espesor de atmósfera bastante pequeño.

Allí la luz del Sol es más intensa. Por la mañana a las ocho hay tanta luminosidad como en España a las dos de la tarde. A Quito hay que llevar gafas de sol, sombrero y protector solar. Amanece y anochece muy rápidamente, casi todo el año casi a la misma hora, a las seis de la mañana y a las seis de la tarde, con variaciones que no llegan a la media hora. Casi no hay estaciones, la temperatura oscila entre los 18 y los 28º durante todo el año y en cualquier época puede llover. 

Al ser un lugar tan alto y en una cordillera, el tiempo es muy inestable, el mismo día lo habitual es que haya un poco de todo: sol brillante, nubes, un poco de lluvia y de nuevo un sol espléndido, frío y tormenta. Además a menudo hay viento, un viento muy refrescante, así que de calor sofocante nada, a pesar de estar casi en la línea del Ecuador.

Tiene un casco antiguo y colonial impresionante, como hemos fué una de las primeras ciudades declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1978. Está lleno de casas amplias de una o dos plantas, pintadas de los mas variados y atrevidos colores.


Y tiene una colección de iglesias maravillosas. ¡Qué bonitas! Empezando por la Basílica del Voto Nacional, la iglesia gótica más grande e imponente de todo América Latina, cuya estructura básica se construyó en 32 años (1892-1924), auqnue todos los detalles decorativos y capillas se finalizaron en 1988. Inspirada en Nôtre-Dame, está adornada con gárgolas que reproducen la fauna autóctoca (cocodrilos, armadillos, pangolines, iguanas...) y es obra del arquitecto francés Emilio Tarlier. Está en la Loma de San Juán y domina toda la ciudad.


La Basílica del Voto Nacional con sus torres de 115 m de altura decoradas con cóndores


 La Basílica del Voto Nacional se ve desde casi toda la ciudad



Sus gárgolas son las más originales que he visto nunca

Es curioso que toda la iglesia tiene debajo un sótano abierto de la calle en forma de galerías que es en realidad un cementerio lleno de nichos. En la escalera principal de la Basílica me encontré con un vendedor de ponche, hecho un brazo de mar. Es una bebida típica de Quito que tiene el aspecto de una espuma blanca, sabe ligeramente a cerveza y está hecha efectivamente de cerveza, huevos, azúcar y especias. Una bebida deliciosa creada en el siglo XVIII.


Vendedor de ponche quiteño

También es una maravilla la Iglesia de la Compañía de Jesús, del siglo XVI, cuyo interior, de un rico estilo barroco colonial con toques mudéjares, está recubierto en gran parte con pan de oro.


Interior de la Iglesia de la Compañía (foto CC-BY-SA David Adam Kess)

En el interior puede verse un famoso cuadro del Padre Hernando de la Cruz (siglo XVII) que representa el infierno, que tiene rotulados hasta 26 pecadores (la adúltera, el traidor, el asesino,elladrón, el registrador, los bailarines deshonestos, los nefandos...) cuyos nombres que no tienen desperdicio y se debaten entre espantosos tormentos.

Era tradicional obligar a los niños que se portaban mal a contemplar el cuadro durante una hora como castigo, con lo que quedaban bastante traumatizados y no es raro ver cómo la gente pasa deprisa delante del cuadro.

Otra iglesia maravillosa es la de Nuestra Señora de la Merced, en la plaza del mismo nombre, un templo del siglo XVII grande, barroco y morisco, con una decoración interior en naranja y blanco que me encanta. Una sinfonía de color que entra por los ojos del visitante hasta embriagarlo. Una maravilla.

Iglesia de Nuestra Señora de la Merced

Y la imponente Catedral metropolitana y primada de Quito, pintada por fuera de un blanco resplandeciente, que creo que deben de repintar cada año porque está impoluto. Con la intensidad de la luz ecuatorial, los ojos del turista lloran al ver tanta blancura. de verdad que hace daño a la vista. 
 
Catedral metropolitana de Quito



Vista de la Catedral y de la Plaza Grande

Y todavía el turista atolondrado se puede encontrar con iglesias enormes y magníficas al callejear por el casco viejo, como la mole de esta espléndida Iglesia de Santa Bárbara.:

Santa Bárbara

Tan católica ciudad está vigilada por la Virgen del Monte del Panecillo, situada sobre la colina del ismo nombre, la única virgen alada que conozco. Porque el artista, no muy versado en religión, pensó que si la Madre de Dios ascendió a los cielos, tendría que tener alas y le colocó las de un águila imperial.

Virgen del Panecillo

En cualquier caso, lo mejor que se puede hacer en Quito es deambular por sus calles, subiendo y bajando cuestas, hablar con la gente, amable y tranquila, y disfrutar de una de las ciudades mas agradables de Latinoamérica.

Calle Amazonas


Calles en cuesta y gente tranquila


 Casas de colores


Haciendo brasas en la calle, para luego calentar la comida del puesto


Una casa señorial con cariátides


No todos se visten de verde por el mismo motivo


A las puertas de la Catedral


Policías en la Plaza Grande


Flamboyán rosa


Cualquier cosa sirve para protegerse del sol


Patio interior de una casa colonial convertida en centro comercial


La casa azul


Un mural costumbrista


Las indígenas van con bombín, falda negra y a veces una pluma de pavo real en el sombrero




En el casco antiguo y colonial, las aceras son muy estrechas


Cualquiera puede poner un puesto de fruta en la calle


Las calles son tan estrechas que los atascos son frecuentes
y las vendedoras ambulantes hacen su agosto



 
Publicado por Antonio F. Rodríguez.