domingo, 12 de abril de 2015

Lima la humilde, la bella

http://www.brendansadventures.com/paragliding-the-coast-of-lima/
Lima desde un parapente (Foto Brendan Von Son)

Lima es una ciudad de diez millones de habitantes fundada en 1535 a orillas del Pacífico, que tiene una única línea de metro. En ella conviven los rascacielos con las casas bajas de concreto (cemento) y las cuasichabolas. Acumula la tercera parte de la población peruana. Así que hay dos Limas, una de rascacielos y pisco sour, otra de casas bajas e Inka Cola, un refresco amarillo de hierba luisa que compite allí con la Coca-Cola. Ni que decir tiene que me quedo con la Lima humilde.


El tráfico es caótico. Si pensaba que en Bogotá la gente conduce arriesgando mucho y de mala manera es porque no había estado todavía en Lima. Aquí es peor. Se conduce apurando al milímetro y haciendo pirulas continuamente. La manera normal de incorporarse a una calle de dos carriles en un cruce es meter el coche en medio y ya frenarán. Lo bueno es que no se enfadan, no pasa nada, muchos conductores no pitan.

http://www.aaronroth.net/2014/05/27/when-to-cross-the-street-immediately/

El cielo está casi permanente nublado pero nunca llueve. Como mucho, cae una llovizna muy suave que casi ni moja la ropa. Por eso, se distingue al turista de inmediato porque es el único que lleva paraguas. La humedad es altísima, llega al 99 % en ocasiones y se mantiene todo el año en torno al 80 %, lo que hace que el calor sea sofocante aunque la temperatura máxima oscila entre los 18 ºC y los 26 ºC. No hay calefacciones, sí aires acondicionados muy fuertes, peligrosos para la garganta y los coches llevan siempre las ventanillas bajadas.

El puerto de Lima se llama el Callao, a 15 km de la capital. Hay una provincia y una ciudad con ese mismo nombre y al oírlo, al verlo en los indicadores el que viene de Madrid se siente en casa porque ¿qué hay más madrileño que la céntrica Plaza de Callao?

Es una ciudad peligrosa. La seguridad es un tema de conversación. Hay algunos barrios seguros, como Miraflores, San Isidro y el centro histórico, pero siempre hay que andar con cuidado. No se debe coger un taxi en la calle, hay que llamarlo desde el hotel.

He estado en Lima sólo dos días y tres noches, trabajando. Sólo he podido ver el centro de noche. Calles anchas abarrotadas de gente, enormes plazas cuadradas y fachadas decoradas. Las calles más céntricas, alrededor de la Plaza de Armas, conservan palacios señoriales del tiempo del virreinato con enormes balcones cerrador por celosías en los que la clase alta veía la calle sin ser vista. Son maravillas de madera noble, barnizados y conservados con mimo, algunos de dos pisos. Quedan unas cuantas docenas, pero dicen que llegó a haber miles.

Así son los típicos balcones limeños


La Fotografía Central, en la calle Jirón Carabaya


Balcones de dos pisos en la Plaza de Armas


Joyas de madera, primorosamente decoradas y mantenidas


Catedral de Lima y Primada de Perú, de estilo neoclásico, dedicada
a San Juan Evangelista y fundada por Francisco Pizarro

Detrás de la imponente Plaza de Armas y de la magnífica catedral hay un puente que cruza el río Rimac y lleva a la Lima humilde de casas bajas, balcones polvorientos, puestos en la calle de comida barata, delicioso pollo a la brasa y gente de cara colorada.

La Lima humilde


Aquí tembién hay un pasado de miradores coloniales

Hay mototaxis de tres ruedas, en los que se puede empaquetar una familia entera de cinco personas. Recuerdan a los Biscooter e Isettas, los microcoches españoles de la posguerra, pequeños y ruidosos.

El mototaxi peruano nació hace 20 años en Iquitos

Tuve ocasión de degustar en Tanta la espléndida cocina peruana, una de las más apreciadas del mundo desde que el chef Gastón Acurio, hijo de un exministro peruano, abrió el mítico Astrid & Gastón en 1994 y descubrió al mundo las delicias de esa gastronomía. Es tan variada y mestiza que tiene cerca de 500 platos típicos nacidos de la fusión de cocinas: española, cantonesa, andina, africana...Una sinfonía de ají, camote, papa, lúcuma, achicote, chirimoya, maíz y una larga lista de ingedientes autóctonas de sabores sorprendentes, ácidos y suavemente picantes.

Y por último, no se puede hablar de Lima ni de Perú sin hablar de la música. Ese país tiene una riqueza de música folclórica y una variedad fascinantes. Brisas del Titicaca es el nombre de una asociación cultural en Héroes de Tarapacá 168, un buen lugar para escuchar lo mejor de la música tradicional peruana.

El cajón flamenco procede de Perú, la música negra peruana (sí, hay negros en el país, aunque se les vea poco) es sensacional, la música de los pueblos de arpa y violín es una delicia, los bailes tradicionales, como el de las tijeras, son asombrosos y qué decir de la canción nacional por excelencia, La flor de la canela, el vals de Chabuca Granda, dedicado a la elegancia de una dama negra que vivía al otro lado del puente, en el barrio pobre de la capital.



Poca gente sabe de la prodigiosa voz de una soprano peruana de los años 50, Yma Sumac (Qué linda), bella y exótica, con una voz única que cubría algo más de cinco octavas. Podía cantar desde el registro de un barítono hasta más allá del de una soprano sintiéndose cómoda.


La música folclórica peruana es todo un mundo, diverso y rico, lleno de matices y variaciones. Hace algún tiempo tuve la suerte de poder ver Sigo siendo, un estupendo documental sobre los músicos y la música de ese país.

 

Eso es Lima, la única capital que tiene nombre de fruta, tráfico, desigualdad, un clima húmedo, historia, pasado colonial, melodía, mezcla, gastronomía, música y una gente amable y acogedora.

Publicado por Antonio F. Rodríguez.