martes, 12 de julio de 2011

Roma: penumbra y laurel

Plaza de España

Roma es una ciudad lluviosa, de paragüas y gabardinas, de plásticos y chubasqueros. Una ciudad de calles estrechas y laberínticas; una ciudad llena de motos y coches veloces que el peatón debe esquivar cada vez que cruza la calle. 

Una calle romana

Una ciudad de casas pintadas de colores cálidos, rojos, amarillos, naranjas, de innumerables iglesias, grandes templos algo abandonados, barrocos y polvorientos, vagamente sucios, pero bellos; una ciudad poco limpia, sí, con pocas papeleras y muchos papeles, con hoteles de muchas estrellas que esconden pensiones de tercera. 

Fuente de Bernini

Una ciudad de hermosas fuentes de mármol, con casi treinta siglos de Historia. Roma es la ciudad de Mitra, la capital etrusca, es el foro romano y el centro de su imperio, la urbe de las ruinas romanas. Es también la ciudad del barroco, de Bernini, Caravaggio y Miguel Ángel. Una ciudad sobre colinas, ciudad de escalinatas, escalones y pendientes. Su toponimia resuena en la memoria y sirve de origen a mil nombres: Palatino, Capitolio, Panteón, Domo, Farnesio, Médici...

Recuerdo largos paseos nocturnos, por calles en penumbra, poco iluminadas, entre sombras y laurel oloroso. También me acuerdo de la Fontana di Trevi, hermosa, llena de luz, un mar de mármol que te invade a la vuelta de una esquina. Y el Panteón, un momunento romano que parece futurista, de ciencia-ficción.  Una cúpula con un agujero, el oculo, en el centro.


 Entrada al Panteón
      
Una ciudad de gente extrovertida, expresiva, gesticulante, exagerada y amable, cariñosa y educada. Una ciudad de andar por casa, algo anticuada, católica hasta el exceso, alegre, llena de vida, amable, mediterránea y romántica.
Roma es una ciudad llena de defectos, apasionada y maravillosa, que te roba le corazón y te convence, casi sin que te des cuenta, de que sería bonito vivir en ella.


Publicado por Antonio F. Rodríguez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario