Una esquina en el casco viejo
Coimbra es una ciudad vieja, con solera, humedad y años, un poco sombría, con la dignidad de lo antiguo que tiene un estilo definido. Desde luego, es una ciudad elegante y con encanto.. Tiene calles estrechas, empinadas y empedradas con cantos, en el centro, y amplias calles en los barrios residenciales, siempre en cuesta, perfumadas de jazmín y azahar, entre chalets y palacios primorosos de tres plantas con puertas altas y estrechas estrechas.
Chalets que parecen palacios
Las puertas son estilizadas, altas y estrechas
Por una vez, el árbol invade el espacio del coche
Las aceras están jalonadas con árboles enormes cuyas raíces levantan el asfalto y no dejan aparcar bien a los coches. Por una vez parece que la naturaleza le ha ganado una batalla a la industria del automóvil.
Los edificios de apartamentos están decorados por fuera con azulejos, costumbre muy portuguesa, que produce a veces fachadas horrorosas y en otras ocasiones decoraciones muy bonitas. Es cursioso que una solución tan efectiva frente a la humedad no se utilice en otros países. En suma, es una ciudad vieja, de iglesias antiguas, conventos abandonadas y una universidad, antigua como pocas, todavía en funcionamiento.
Es una especie de capital de otros tiempos colonizada por la juventid que han traído estudiantes y erasmus de toda Europa. Tiene además un río enorme y ancho, el Mondego, que relaja los nervios de toda la ciudad y embellece cualquier vista. Como es natural tiene un puento moderno, que parece un arpa, muy estiloso y puentes centenarios que han visto pasar muchas aguas e innumerables días.
El viajero se encuentra muy a gusto aquí, seguramente por que todo el mundo le sonríe, se come bien y barato en cualquier sitio, y cuesta beber beber un oporto delicioso o probar el estupendo licor de guinda, la ginjinha.
También se puede disfrutar del llamado Fado de Coimbra, que no tiene mucho que ver con el fado. Son canciones cantadas tradicionalmente por los estudiantes cuando iban a dar la serenata a las chicas del barrio. Se acompañan de una guitarra española de cuerdas de nylon y de la curios guitarra de Coimbra, un instrumento que recuerda vagamente a la mandolina.
Aquí podéis disfrutar de un buen ejemplo de esta música típicamente conimbricense, llena de sentimiento, sinceridad y a veces, nostalgia.
Tiene monumentos asombrosos. La antigua universidad, un conjunto magnífico, que incluye la biblioteca joanina, del siglo XVIII, con decoración rococó y nada menos que cerca de 300 000 volúmenes, la capilla de San Miguel, barroca y bellamente decorada con azulejos, y una torre del siglo XVIII.
Aquí podéis disfrutar de un buen ejemplo de esta música típicamente conimbricense, llena de sentimiento, sinceridad y a veces, nostalgia.
Tiene monumentos asombrosos. La antigua universidad, un conjunto magnífico, que incluye la biblioteca joanina, del siglo XVIII, con decoración rococó y nada menos que cerca de 300 000 volúmenes, la capilla de San Miguel, barroca y bellamente decorada con azulejos, y una torre del siglo XVIII.
El conjunto de la Universidad de Coimbra
La impresionante biblioteca Joanina. Una familia de murciélagos
se encarga de que no proliferen los insectos entre tanto papel.
se encarga de que no proliferen los insectos entre tanto papel.
El acueducto de San Sebastián, del siglo XVI, o la Catedral Vieja,
una estupenda construcción románica del siglo XII con un retablo de estilo gótico flamígero (siglo XVI) y un maravilloso
claustro románico-gótico, profusamente decorado y lleno de detalles en
piedra.
Un buen número de calles están empedradas, lo que le da un aire de antigua capital europea, reforzado por una red de cables que cubre el cielo, aunque ya no hay tranvías. Otra curiosidad es la forma de numerar los portales. Cada puerta tiene un número, aunque sea de la misma casa; parece que cada tres metros corren un número de portal, lo haya o no.
Así se alcanza en seguida el número 300 y el 400
Coimbra es algo así como la Salamanca portuguesa, con su personalidad gótica y manuelina, con más humedad, más vegetación y más árboles que la estepa mesetaria de Castilla. Una ciudad antigua y culta, señorial, llena de encanto y amenizada por la simpatía de los portugueses. ¿Cómo no enamorarse un poco de esta ciudad?
Publicado por Antonio F. Rodríguez.